(O qué hacer cuando tienes que decirle a tu hijo: “Cariño, no queda”)
Hay muchas cosas que piensas que sólo te pasan a ti porque crees que los demás niños del mundo seguro que lo entienden. Hasta que un día descubres (y respiras con alivio) que no eres la única incapaz de hacerle entender a tu hijo que no tienes algo.
Y es que cuando tu hijo dice “Mamá, quiero una galleta” (puedes cambiar galleta por quesito, los gusanitos de hace tres días, lo que sea que anuncien en la dichosa tele) y tú no tienes, cruzas los dedos para que lo acepte y no se produzca el estallido: “¡Pues yo quiero una galleta!”. Y por mucho que tú digas que no tienes, que se han acabado, que tienes algo muchísimo mejor que la galletita, da igual: entramos en bucle.
Recuerdo perfectamente pedir algo con desesperación y que me contestaran: “¿Te lo pinto?”. Y entonces intento calmarme porque, por un lado, si yo se lo preguntara, mi peque grande es capaz de decirme que sí (y si esa fuera la solución, tomaba clases de dibujo ya mismo). Y, por otro lado, entiendo que si me lo decían a mí, que soy capaz de entenderlo, algo debía suceder en mi yo niña para que siguiera insistiendo (te explico la importancia de empatizar con tu niño interior en: “Recuérdate de niño”).
Muchas veces mi solución es correr rápido a por un papel y un bolígrafo y apuntarlo delante de él. Además, comienzo a decir y a anotar otras posibles cosas que hay que comprar y que sé que le gustan. Normalmente lo que hace es animarse a seguir haciendo la lista conmigo, incluyendo él cosas que sabe que me gustan a mí.
Al principio esta forma de solucionar el conflicto, funcionaba siempre (además, sabía que realmente luego se lo compraba cuando iba al súper). Pero con el tiempo se ha ido volviendo más exigente y no siempre da el resultado que espero.
Entonces un día leyendo “Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen” de Adele Faber y Elaine Mazlish, me encontré con esta técnica “Conceder los deseos en la fantasía”
Me di cuenta de que, sin saberlo, ya estaba aplicando la técnica, pero quizás podía mejorarla para esos momentos en los que hacer la lista no me funcionaba. Tenía que concederle su deseo, tenía que sentir que realmente me gustaría hacerlo.
Así que si me pide, por ejemplo, galletas de chocolate y no tengo (además no es algo que solamos tener en casa), le digo cuánto me apetecen a mí también y que ojalá tuviera una varita mágica que convirtiera el trozo de pan (o lo que sea) en una galleta de chocolate. Y le pondría más chocolate por encima, una montaña entera,; no, mejor haría que nevera chocolate.
Pronto su imaginación supera a la mía y le es más fácil aceptar la situación. Yo apunto las galletas de chocolate en mi lista de la compra y él pide otra cosa para comer.
He comprobado que tampoco hay que pasarse de la raya y crear, por ejemplo, la galleta de forma imaginaria y ofrecérsela porque siente que realmente no estoy teniendo en cuenta lo que desea y surge el efecto contrario.
Este tipo de conflictos no pasa sólo con la comida. El otro día tuvimos una rabieta porque quería unas cajitas que habíamos tirado hace unos meses porque se rompieron. Yo le nombraba lo que sentía (enfado, tristeza), y le decía que ojalá pudiera hacerla; él sólo me pedía que lo solucionara. Hasta que no comenzó a reconocer su sentimiento y decir que estaba muy triste, no pudimos avanzar. Entonces le valió otra caja cualquiera. No fue nada fácil y si no hubiera estado abrazándole durante todo el estallido, no sé si hubiera podido notar tan de cerca su dolor y desilusión sin perder los nervios porque no lo entendiera.
La técnica es muy versátil y la puedes aplicar también en contextos no materiales, como cuando llueve y quiere ir al parque.
Puede que no te dé resultado siempre, pero seguro que más de una vez te funciona. Y sino, puedes probar con alguna de las otras técnicas que aparecen en el libro. Te dejo un enlace afiliado de Amazon por si te interesa:
(Yo lo estoy volviendo a leer y me está siendo muy útil, así que seguro que os volveré a hablar de él).
¿Y tú? ¿Concedes deseos en la fantasía? ¡¡Cuéntanos cómo lo haces!!
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Muy útil, con mucha frecuencia tenemos estos problemas. Una vez que él me pedía algo que no tenía yo empecé a decir que yo quería otra cosa, que tampoco teníamos, a pedirle que me la diera y, sabes que hizo? Me dio una… ¡imaginaria! Jajajaja. Me quedé con una cara… Le hice lo mismo y le di una galleta imaginaria y la aceptó, pero tan pronto como «se la comió» ya quiso otra pero real jeje
Sí, por eso digo que si te pasas no cuela! Es más intentar empatizar con él, que note que si pudieras le darías el mundo entero. Ya me contarás si te sirve. No siempre funciona (¿hay algo que lo haga?), pero ayuda, por lo menos, a abordar la situación de forma respetuosa.
Gracias, como siempre, por comentar!
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