Este pensamiento es el inicio de mi colecho. Es el sentir de una madre con un bebé que se despierta una y otra vez, hasta que se da cuenta de que necesita olvidar todo lo que había imaginado que iba a suceder.
Te invito a que me cuentes si este también fue tu sentir, si también derribaste tus mitos y, además, para invitarte a descubrir otra mirada.
Cierro los ojos con el cansancio apoderándose del cuerpo y las ganas de ti aprisionando el corazón.
La noche inunda este vacío que dejas en mis brazos, que pesan más que nunca, mientras duerme (breve) el silencio en la cuna.
Y te despiertas, como si mi mente al pensar en ti te llamara, reclamando mi piel, mi olor, mi certeza de que mis brazos serán tu seguro y tu calma.
Te despiertas despertando la noche y el alma, despertando los sueños y las ganas. Como si tus ojos fueran en la oscuridad mi lucero del alba.
Te cojo en mi regazo mientras mi pecho te amamanta, mientras enredo tu terciopelo en mis dedos y bailo un vaivén de arrullos y nanas.
Con tu sonrisa dormida, camino agotada hacia tu cuna donde no sé quién ha establecido que debes acompasar por ti solo tu sueño y tus latidos.
Pero al despegar tu cuerpo del mío te despiertas, como si el cordón que nos unía aún nos atara en magia e instinto.
Me da igual lo convenido, lo dicho, lo correcto, lo que se hace en otra casa. Tengo miedo y, a la vez, unas ganas terribles de meterte en mi cama. Necesito dormir y poder hacerte sentir que mi yo nunca se marcha. Que la soledad será de otros y no la notarás nunca en tu espalda.
Te acuesto a mi lado.
Demasiado aire entre tu piel y mi piel, a un centímetro de distancia.
Te uno a mi sentir, cubriendo de amor y serenidad la madrugada, tapando con besos las inquietudes y desvelos y arropando en una nuestra alma.
Juntos, como antes, como en el abrazo profundo que te daban mis entrañas.
Duerme conmigo, cariño, que mamá hasta en sueños te acompaña.
A veces miramos sin darnos cuenta de que otros ojos nos devuelven la mirada.
En esta historia, otros ojos dicen: “Duerme conmigo, mamá”. Te animo a leer este sentir del bebé que Mónica de Los cuentos de mamá se ha encargado de dar voz y que puedes leer AQUÍ
Pingback: Duerme conmigo, mamá – Los cuentos de mamá
Que bonita colaboración, me han encantado los dos posts. Recuerdo que a mí me costó darme cuenta y hasta que no pasó casi sin querer no empecé a dormir bien de verdad…
¡¡Muchas gracias!!
A mí también me pasó sin querer y ahora espero dejar de hacerlo también así, sin querer, para que no me dé cuenta de que se acaba esta etapa que me encanta tanto…
Nosotros compramos una cuna de colecho (para los cojines y la perrita) y nos prestaron una minicuna que jamás utilizó. Primerizos, cesárea y pleno invierno. Pasamos 20 días en el sofá del salón con él en brazos día y noche. Nuestro hijo es de contacto y mi cesárea no me daba mucho margen de movimiento. Hasta que mi madre me dijo, mételo contigo en la cama, tiene frío y dormireis los dos. Y así fue.
Ahora tiene 26 meses y su cama la compraremos cuando la pida😊
Es increíble cómo la mayoría empezamos así como sin querer a hacer colecho… Yo también tenía de todo (minicuna, cuna en su habitación…). Y ahora lo que quiero es que siga mucho tiempo durmiendo conmigo!
Yo no me había planteado hacer colecho. Y la primera noche que pasamos juntos en el hospital, mi bebé y yo, la enfermera me dijo: puedes dejarlo en la cama, si quieres. Dormimos juntos desde ese día.
No sabía que podía hacer eso. Ni que me iba a gustar tanto.
Creo que hay que dejarse guiar por los instintos.. Y si nos gusta, seguir. No seguiría durmiendo con él si estuviese incómoda haciendo eso. Sin embargo, mucha gente crítica y no le parece bien que lo hagas..