(Experiencia personal)
Empatiza contigo. Es el consejo de crianza que más podríamos aplicar y que mejor nos ayudaría en muchas situaciones diferentes. Si todos recordáramos nuestros sentimientos de niño, no tomaríamos tan a la ligera los suyos.
El primer libro de crianza respetuosa que leí, me pareció que todo lo que decía eran bobadas. El segundo, Amar sin miedo a malcriar, fue el que me hizo cambiar. Me enseñó muchas cosas, entre ellas la necesidad de empatizar con los niños.
(El libro toca temas muy diversos que abarcan desde el embarazo hasta los siete años del niño. Me parece un libro imprescindible. Os dejo un enlace afiliado por si os interesa comprarlo)
Muchas personas piensan que, al fin y al cabo, esas vivencias les hicieron ser más fuertes o se escudan en frases tópicas como “Siempre se ha hecho así” o “A mí no me ha pasado nada”. Pero eso no es cierto. Hay muchos aspectos de tu personalidad que serían diferentes y muchas inseguridades que no tendrías si te hubieran tratado de una forma distinta. Esta resistencia a no cambiar se debe a la necesidad de justificar que nuestros padres no siempre lo hicieron bien, al miedo a ser cuestionados nosotros mismos como padres y al orgullo que nos lleva a no admitir que se puede hacer mejor. Por ejemplo, hay quien defiende que “un azote a tiempo” puede educar a un niño: siento decirte que la normalización del maltrato precisamente es una secuela del mismo.
Pretendo con esto realizar una invitación a que todos reflexionemos sobre nuestra propia infancia, sobre aquello que nos hacía sufrir, que ahora hemos aparcado en nuestra memoria y nos parece insignificante pero que, entonces, era un mundo entero.
Por ello, me gustaría contar una serie de situaciones típicas de la niñez que, seguramente, son bastante generales pero que pueden servirte para acercarte a tu propia historia personal. Por favor, intenta recordarlas tal y como las sentiste de niño:
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Que no te escucharan. Querías contar algo, protestar, dar tu versión… Pero no te dejaban hablar o no te hacían caso. ¿Por qué un niño es menos importante?
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Que hablaran de ti como si no estuvieras delante. O que te ignoraran directamente. Imagina que es tu jefe el que lo hace. ¿No es denigrante?
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Que menospreciaran lo que sentías. Como si por ser niño el sentimiento fuera más pequeño.
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Que te dijeran “No llores”, “No grites”, “No protestes”. Al malestar que sientes que te hace llorar, gritar o protestar, tienes que unirle la impotencia de no poder expresarlo.
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Que te hicieras daño, rompieras algo o lo perdieras y, encima, te riñeran. Como si el disgusto no fuera suficiente y, en lugar de encontrar consuelo, tenías que añadir el miedo.
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Que te dijeran qué es lo que sientes. O si algo te gusta o no. Como si tú no estuvieras dentro de ti. Realmente es enseñar a un niño a no reconocer sus necesidades y a confundirlas con otras.
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Que te hicieran dar besos. Los niños que son obligados a dar muestras de cariño cuando no quieren y tener que dejarse tocar, no van a saber parar una situación de abuso sexual. Piensa en lo que le estás enseñando.
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Que te obligaran a comer. Intenta recordar la sensación tan desagradable de tener que tragar.
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Que te obligaran a dormir cuando no podías, aunque quisieras hacerlo.
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Que te hicieran estar quieto y sentado, con el tiempo haciéndose cada vez más largo, aburrido, pesado a cada instante.
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Que no tocaras algo para que no se estropeara. Algo que, además, era tuyo. Ahora, de adulta, me da mucha rabia ver aquellas cosas que no usé, rotas por el tiempo.
A veces tenemos tan interiorizados estas actitudes hacia los más pequeños, que no somos capaces de verlas desde la mirada del niño. Si alguien aún piensa: “Bueno, es que son niños, no es para tanto”. Sí lo es: los niños son más sensibles que los adultos, más emocionales. Les duele mucho más. No les enseñemos a ignorar sus sentimientos, a reprimirse, a resignarse. El mundo necesita personas que sientan.
Más allá de estos ejemplos generales, te invito a ahondar en tu historia personal y profunda, buscando tus propios recuerdos, tus propios momentos que te juraste no repetir, recordando cómo te sentías y no dejando que tu hijo se sienta así.
Te recomiendo dos libros que te harán reflexionar sobre los patrones aprendidos y liberarte (añado enlaces afiliados a Amazon):
La maternidad y el encuentro con la propia sombra de Laura Gutman
El saber proscrito de Alice Miller
La infancia es un lugar maravilloso que sólo estropean los adultos.
Me ha gustado mucho este post, creo que con mucha frecuencia olvidamos lo que sentimos nosotros de pequeños. Yo intento recordarlo, y normalmente cuando veo que estoy perdiendo los nervios intento hacer algo como salir de casa, que siempre hace que el vaya tranquilo en su carro y yo tranquila empujando. La verdad es que a veces no es fácil sin tribu… Por cierto algunas partes de este post me recordaron a este post que escribí hace poco:
https://mecachismama.wordpress.com/2016/11/15/10-frases-que-ningun-nino-deberia-oir/
Siento haberte tardado en contestar. Leí el comentario, lo aprobé y luego, como hablamos por Instagram, se me pasó! Cuando no se tiene una tribu, la crianza es mucho más difícil, pero piensa que al menos tienes una tribu virtual desde la que te apoyamos! Prometo pasarme por tu blog esta noche sin falta
Gracias, la verdad es que es increíble lo de la tribu virtual, cómo llegas a sentir conexión con gente a la que no conoces de nada, a veces solo con leer sus posts. Me gusta mucho, aunque reconozco que agradecería tener al menos una persona que pensara igual (o similar) que yo aquí, solo una… A lo mejor es que tengo que ponerme más en serio con el alemán, jajaja 😛
P.D. Un día vi a una mamá dándole teta a su «niña grande» en el pediatra y casi le pido el teléfono, jajajajajajajaja. (Es que aquí fíjate cómo son las cosas que a mí cuando el mío tenía 8 meses me dijeron que no era normal que le estuviera dando teta todavía!!)
Siento mucho que no tengas una tribu física de la que echar mano en los momentos malos… Yo también siento que estoy empezando a crear mi tribu virtual (donde te he situado, por cierto) y me sorprendo pensando cómo le irá a gente que no conozco personalmente, pero que siento un poco mías sus historias.
Lo de la lactancia, si te sirve de consuelo, creo que aquí no salimos mejor parados…
Gracias, yo también te he situado en mi tribu virtual 🙂 Yo cuando voy ahí, o sea, a visitar a mi familia, lo vivo de forma diferente lo del pecho porque tengo más amigas que lo dan igual que yo (aquí nadie y sé que mis amigas de aquí piensan que es excesivo que le siga dando, aunque no me lo hayan dicho directamente, pero antes de que Antek cumpliera 2 años les oí hablar que después de los 2 años les parecía excesivo, hablando de alguien que una de ellas conocía). Allí tengo amigas que aun dan pecho igual que yo, que hacen BLW, que le dan pocos dulces a sus hijos, mucha fruta, que colechan, que crían con apego… Entonces aunque en algunos lugares me siga sintiendo incomprendida, sí tengo gente con la que quedar y no sentirme bicho raro jeje.